Javier Pamplona es –caigo ahora— como mi Ulyses particular, que me permite subir de vez en cuando a su barco rumbo a esa Ítaca de formas y colores que lleva buscando toda la vida. Les aconsejo acompañarle en este trecho del viaje que hoy nos propone. Por tercera vez cuelga sus cuadros en la Galería Alfama de Madrid.

Dice Javier: “Son los espectadores los que ponen la emoción, sú emoción, en cada cuadro. Y perfectamente pueden ser distintas a las que puse yo. A nosotros los pintores nos toca la tarea de ir experimentando, a lo largo de nuestra carrera, con el aparejo de técnicas que permiten la expresión. Con forma, dibujo y color. Pero la idea que busco sigue siendo la misma desde el principio.”

Sospecho que esa idea ya tiraba de él cuando, a los 13 años, empezó a “juguetear con pinturas”. Así se vió empujado a embarcarse con destino desconocido y aparejos varios. Trás algún experimento con formas escultóricas, Javier se quedó con la pintura. Desde entonces su barco sigue fiel al impulso de las telas.

Su primer embarcadero estaba en dos escuelas de Bellas Artes, la de San Carlos en Valencia y la de San Fernando en Madrid; estudios luego culminados con la licenciatura por la Facultad de Bellas Artes de Madrid. A partir de ahí, Javier combinó el trabajo práctico con la enseñanza. Ha tenido varias generaciones de alumnos ya (“Menos mal que los mejores suelen superar al maestro,” bromea), en su taller. Y ahí persistía a la vez, siempre, en la búsqueda tenaz, personal, solitaria, de su Ítaca.

Las paradas han sido muchas. La lista de exposiciones de Javier es larguísima. Comienza en El Cairo, muy propicio para tan intenso viaje (Casa de España, 1965). Pasa por el Japón (galerías Naramachi y Crystal, en Nara y Osaka, 1991), y veo también Lisboa, una individual en 1967. Desde el ‘68, no falta ni un año sin una exposición suya en Madrid, frecuentemente acompañada por otras en lugares distintos de España: Zaragoza (1973), Santander (1974), Zamora (1978), Segovia (1994), Guadalajara (1995), Miranda de Ebro y Vitoria (1996), Mieres (2000), Salamanca (2000 y 2007) y León (2009).

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